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¿Sabías que la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) no solo regula sobre los coches o los equipos? Esta organización regula aspectos tan diversos como las carreteras, la seguridad vial o el medio ambiente. 

Pero ¿Cómo ha llegado esta organización, sin ánimo de lucro, a dictar las regulaciones internacionales en el mundo del motor? El camino no ha sido fácil, todo empezó con el barón de Zuylen de Nyevelt, un banquero belga nacido en 1860, hijo de una reputada familia de embajadores y estadistas. 

El mismo año en el que nacía el barón de Zuylen de Nyevelt, otro belga llamado Etienne Lenoir patentaba el primer vehículo de gasolina. El problema fué que el motor pesaba 20 toneladas y sólo alcanzó los 2 km/h, lo que causó una gran frustración a su creador que acabó por abandonar el proyecto. 

Su idea no cayó en el olvido, y fueron varios ingenieros de todo el mundo los que empezaron a patentar sus “coches”. Francia y Estados Unidos fueron los dos países que apostaron más fuertemente por esta nueva tecnología. 

El barón de Zuylen de Nyevelt, que por aquel entonces ya se había casado y vivía en París, vislumbró el potencial que tenían esas nuevas máquinas frente a los carruajes de caballos, sobre todo a la hora de recorrer grandes distancias internacionalmente (recordar que provenía de una familia de embajadores). De mentalidad moderna, por aquel entonces tenía 35 años y en 1895 decidió fundar, junto con Albert de Dion y Paul Meyan, el primer club de fans de los coches de combustión: el Automobile Club de France (ACF). 

Foto: Barón de Zuylen de Nyevelt, Albert de Dion y Paul Meyan. Año 1895

Este era, y sigue siendo, un club masculino que tuvo un enorme éxito. Zuylen de Nyevelt era su presidente y lo popularizó hasta tal punto que en otros países empezaron a copiar su ejemplo. Estos clubs eran básicamente de carácter social, en ellos se reunían personajes de la alta sociedad para compartir ideas y negocios. 

En Junio de 1904 desde el ACF (Automobile Club de France) se propuso que sería interesante agrupar a todos los clubs del automóbil que se habían creado en otros países y fundaron la Association Internationale des Automobile Clubs Reconnus (AIACR). De la cual el barón de Zuylen de Nyevelt también fué su primer presidente. 

En 1906, la siempre vanguardista ACF organizó la primera carrera de coches. A pesar de la Primera Guerra Mundial, fué tal el éxito y el crecimiento del número de competiciones y aficionados en todo el mundo, que en 1922 se decidió crear un comité autónomo que gestionaría únicamente las carreras, con independencia de los actos de la propia AIACR. Este nuevo comitése llamó Commission Sportive Internationale (CSI). 

En 1928 Jehan de Rohan-Chabot, médico de profesión y piloto de caza durante la guerra, se convirtió en el nuevo presidente de la Automobile Club de France (ACF), cargo que ocupó durante 20 años. En 1936, 8 años más tarde, también fue elegido presidente de la AIACR, cargo que ocuparía durante 22 años. Su figura fue clave ya que logró mantener las dos organizaciones a flote durante la invasión alemana en la segunda guerra mundial, impidiendo que los nazis tomaran el control o simplemente las desmantelaran. Un año después de terminar la guerra, en 1946, Jehan de Rohan-Chabot refundó la organización que pasó a llamarse FIA. 

Pero no era la FIA que actualmente conocemos. Por aquel entonces la FIA era una federación internacional de Automobilismo que no gestionaba ningún evento deportivo. Esta función seguía desempeñándose bajo la organización del CSI (Commission Sportive Internationale), que los años posteriores a la guerra se hizo con el control de las carreras más importantes a nivel mundial, como las de rallyes, turismos y Fórmula 1 (1950). 

Con la aparición de los medios de comunicación llegaron los ingresos. A principios de los 70, los equipos que participaban en el mundial de Fórmula 1 se asociaron bajo la dirección del británico Bernie Ecclestone y crearon una asociación de constructores llamada FOCA (Formula One Constructor Association). Su intención era influir sobre el reglamento técnico y además repartirse el cada vez más abundante pastel económico. Sus presiones y amenazas llegaron hasta el punto de plantear un campeonato paralelo, del que se llegó a correr una carrera, el Gran Premio de Sud-África. Sin mucho éxito de participación, por cierto. 

En 1978, en medio de la feroz guerra entre el CSI y la FOCA, el recién elegido presidente Jean-Marie Balestre cambió el nombre del CSI, que se convirtió en la Fédération Internationale du Sport Automobile (FISA) 

La guerra entre la FISA y la FOCA duró más de 10 años y marcó una etapa muy difícil para el campeonato de monoplazas de F1. Hasta que en 1981 mediante el llamado Acuerdo de la Concordia (por la plaza de la Concordia de París), la FISA se quedó con la facultad de los reglamentos técnicos y deportivos, y cedió parte de los derechos publicitarios a los equipos (FOCA). 

En 1986, el expiloto Max Mosley fue elegido presidente de la FISA, cargo que dejó en 1991 cuando fue elegido presidente de la FIA. Max supo lidiar con las presiones e intereses económicos y propició una reestructuración que desencadenó en la absorción de la FISA por parte de la FIA, volviendo a sus inicios a principios del siglo XX, cuando la AIACR era el único organismo encargado de gestionar las federaciones y las competiciones. 

La actual FIA, dirigida por el polifacético Jean Todt, es una organización moderna que abarca y controla múltiples campeonatos y legislaciones de todo el mundo del automóvil. Entre los campeonatos mundiales más destacados actualmente están:

  • Fórmula 1
  • Fórmula E
  • WRC
  • WTCR
  • WEC
  • KWC
  • WRCC
  • WRX
  • Copa Mundial FIA GT
  • Copa Mundial FIA F3
  • Blancpain GT Series

Esta lista sin mencionar los más de 50 campeonatos internacionales y regionales que también gestiona este organismo, de los cuales legisla sobre aspectos tan variopintos como: como debe ser el traje del piloto de carreras, la seguridad de los circuitos o de las carreteras en las que se compite, aspectos médicos relacionados con la salud y la seguridad de los pilotos y del público, el impacto medioambiental de los eventos, etc. 

Y aunque no está exenta de polémicas, la FIA es un organismo necesario en el mundo del motor, que tanto por su magnitud, pasiones o intereses, necesita y debe ser regulado.